Según el tipo de parálisis cerebral, la lesión de la misma puede afectar varias funciones como ser la de lenguaje, audición y visión. También puede afectar el desarrollo mental, la personalidad, ocasionar trastornos de atención, perceptivos y epilepsia.
Con respecto al lenguaje, afecta la forma de expresión como ser la mímica, los gestos y la palabra ya que los movimientos finamente coordinados se ven afectados. Muchas veces los reflejos de succión, deglución, mordedura y náusea no son suficientes para realizar su función o son exagerados. Los espasmos en los órganos de respiración y el órgano fonatorio llevan a dificultades en el lenguaje expresivo y posteriormente en la producción de palabras.
Los trastornos auditivos se dan a causa de la ictericia neonatal, viriasis del sistema nervioso central, secuelas de meningoencefalitis y encefalopatías post-rubeola materna. Estos problemas auditivos dificultan la transmisión y percepción del sonido que llevan problemas con fonemas silbantes y sordera de sonidos que no se pronunciarán, omitirán, sustituirán o pronunciarán de una manera incorrecta.
Los trastornos visuales provocan una coordinación insuficiente en ambos ojos y un desdoblamiento de la imagen provocado por un trastorno de la motilidad, de la agudeza visual y del campo o de la elaboración central.
Los trastornos del desarrollo mental no afectan siempre a la inteligencia.
Con respecto a los trastornos de la personalidad se sabe que los niños y niñas con parálisis cerebral son muy sensibles y manifiestan poca voluntad a la hora de actividades físicas debido al esfuerzo que las mismas les exigen.
Los trastornos de la atención están relacionados con la dificultad que tienen los niños y niñas con parálisis cerebral en mantener la atención con tendencia a la distracción y reacciones exageradas ante estímulos insignificantes.
Por último, los trastornos de la percepción implican problemas sensoriales que condicionan la percepción. Esto repercute en la elaboración de esquema perceptivo en cuanto a su esquema corporal, orientación y estructuración espacio-temporal y lateralidad (Bautista, 1993, pp. 298-301).
Con respecto al lenguaje, afecta la forma de expresión como ser la mímica, los gestos y la palabra ya que los movimientos finamente coordinados se ven afectados. Muchas veces los reflejos de succión, deglución, mordedura y náusea no son suficientes para realizar su función o son exagerados. Los espasmos en los órganos de respiración y el órgano fonatorio llevan a dificultades en el lenguaje expresivo y posteriormente en la producción de palabras.
Los trastornos auditivos se dan a causa de la ictericia neonatal, viriasis del sistema nervioso central, secuelas de meningoencefalitis y encefalopatías post-rubeola materna. Estos problemas auditivos dificultan la transmisión y percepción del sonido que llevan problemas con fonemas silbantes y sordera de sonidos que no se pronunciarán, omitirán, sustituirán o pronunciarán de una manera incorrecta.
Los trastornos visuales provocan una coordinación insuficiente en ambos ojos y un desdoblamiento de la imagen provocado por un trastorno de la motilidad, de la agudeza visual y del campo o de la elaboración central.
Los trastornos del desarrollo mental no afectan siempre a la inteligencia.
Con respecto a los trastornos de la personalidad se sabe que los niños y niñas con parálisis cerebral son muy sensibles y manifiestan poca voluntad a la hora de actividades físicas debido al esfuerzo que las mismas les exigen.
Los trastornos de la atención están relacionados con la dificultad que tienen los niños y niñas con parálisis cerebral en mantener la atención con tendencia a la distracción y reacciones exageradas ante estímulos insignificantes.
Por último, los trastornos de la percepción implican problemas sensoriales que condicionan la percepción. Esto repercute en la elaboración de esquema perceptivo en cuanto a su esquema corporal, orientación y estructuración espacio-temporal y lateralidad (Bautista, 1993, pp. 298-301).
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