1 de septiembre de 2008

Intervención educativa en Parálisis Cerebral

El educando con necesidades educativas especiales debe participar en su proceso de enseñanza y aprendizaje junto con sus compañeros para reforzar estrategias de enseñanza colaborativa y de autoinstrucción. Debe construir su propio conocimiento de la realidad (Lou Royo, 1998, p. 53).

La intervención educativa en niños y niñas con parálisis cerebral debe centrarse en estrategias que lleven a la socialización, un desarrollo autónomo, un aprendizaje colaborativo y significativo mediante la instauración de actitudes positivas. En el área de comunicación se debe reeducar el habla y controlar los movimientos de respiración y bucofonatorios. Se debe también propiciar movilidad y autonomía personal a través de la intervención flexible y adaptada a la persona, familia y el centro. Se debe motivar al niño o niña con parálisis cerebral proveyendo la mayor cantidad de experiencias posibles.

Otros aspectos a tomar en cuenta son en el área de desarrollo intelectual, la intervención dirigida a ejercitar habilidades que pueda el niño o niña tanto en el aula como en sus hogares con colaboración de la familia. En el área de socialización es importante desarrollar el lenguaje al máximo para poder estimular destrezas y habilidades ayuden a conseguir hábitos adaptativos y de autonomía (Lou Royo, 1998, pp. 243-247).

Dada la variedad de manifestaciones de la parálisis cerebral, son muchas las formas como puede alterarse la comunicación, por lo tanto, no hay un abordaje único para su evaluación y mucho menos para su intervención. Esto es muy importante, ya que hay que partir del hecho de que los niños con parálisis cerebral no constituyen un grupo homogéneo.

Los objetivos de la intervención educativa en los alumnos con PC deben ir dirigidos a proporcionar la máxima autonomía personal, medios de expresión adecuados que le permitan la comunicación, aprendizajes básicos que le permitan alcanzar la máxima normalización, favorecer el bienestar, la salud y la seguridad, tanto física, como mental y social, compensar los déficit, estimular la autoestima y el sentimiento de autoeficacia, y aumentar los contactos sociales. También debe ser altamente individualizada, realista, utilitaria y práctica, coherente con el resto de las de intervenciones, y sobre todo compartida por la familia (Badía Cordella, 2001).

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